lunes, 23 de junio de 2008

El Derecho de Asonada





No ha mucho tiempo, pongamos de 800 a 1000 años, que estábamos inmersos en una época en la que el ser humano era considerado como un propiedad sujeta a la compra-venta. El siervo, que trabajaba los campos del señor feudal, era sujeto de todo tipo de impuestos y tasas que abonaba religiosamente sin rechistar. El titular del señorío era , a veces, dueño de la vida de sus vasallos o siervos y, poseía, la potestad de juzgar a todo aquel que morara dentro de su jurisdicción. Para colmo, podía catar a las doncellas desposadas, mientras el flamante esposo esperaba resignado tras la puerta, en virtud del derecho de pernada. ¡Que tiempos aquellos! Afortunadamente, hoy día, y, aunque seguimos pagando nuestros impuestos puntualmente al señor Estado, abonando algún que otro peaje cuando circulamos por autopistas construidas por otros señores y nos vemos ante el Sr.Juez si atentamos contra los derechos y propiedades de los demás, disfrutamos de un grado de libertad inimaginable para nuestros antepasados, ya fueran señores, vasallos o siervos de la gleba.

Pero, y siempre los hay, en Almodovar parece que las cosas no han cambiado mucho e incluso han empeorado, pues un nuevo derecho ha venido a sumarse a la larga lista de aquellos que creíamos extinguidos. Y es que en nuestro pueblo, desde el castillo de la Floreta se nos ha impuesto un nuevo derecho, que se les pasó por alto a los mandamases de la Edad Media. Estamos hablando del Derecho de Asonada.

En que consiste tan novedoso invento. Pues ni más ni menos que en mantener, a los siervos cucos, como mínimo, una noche a la semana en constante vigilia, y preferentemente, el sábado. El método empleado consiste en lo siguiente: Cójase una boda castillera de varias centenas de invitados y, acabados los postres, ordénese a la orquesta contratada para amenizar el evento que ataque con un machaqueo musical constante a base de canciones veraniegas, grandes éxitos de los 80, primeros puestos de los Cuarenta Principales y bailongos sudamericanos. Eso sí: que no se nos olvide “Paquito el Chocolatero”, ni el “Sobreviviré” de Gloria Gaynor, ni el “Venao”, ya que de siervos estamos hablando. Para evitar el vaivén de las ondas sonoras a través del viento, -que podría poner en peligro o revertir el estado de vigilia insomne-, subamos el volumen de la etapa de potencia al máximo, con el objeto de garantizar un flujo sonoro de intensidad y dirección constante hacia el casco urbano...y que se enteren de lo bien que lo estamos pasando.Para que el derecho de asonada sea considerado como tal, debe abarcar horario nocturno, preferentemente de 24.01 a 6.00 de la madrugada.

El sábado pasado comenzó la temporada de bodas castilleras y el derecho de asonada fue ejercido en toda la jurisdicción del señorío almodovense, con el consiguiente desvelo de toda la servidumbre. Por suerte para el señor del castillo, no estamos en Fuente Obejuna. Sin embargo el derecho de asonada debe tener una contrarréplica. Debemos contrarrestar los efectos que al día siguiente nos produce la privacion del sueño y del merecido descando nocturno . A saber:

· Furiosas miradas hacia el castillo.

· Maldiciones y palabras malsonantes dirigidas en contra de unos recién casados que cargan con las culpas de la organización del evento.

· Impotencia al comprobar como las autoridades no vigilan ni controlan el estricto cumplimiento de las ordenanzas municipales en materia de actividades molestas o ruidosas.

· Periodos de somnolencia matutina o vespertina que disminuyen el disfrute dominical.

· Otros síntomas generales inespecíficos (irritación ocular, pesadez de párpados, inapetencia, apatía generalizada y ganas de echar un coscorrón a todas horas).

No podemos comparar, -aunque también producen igual sintomatología, pues la causa y el origen es el mismo-, las verbenas, festejos populares y ferias patronales que organiza el Ayuntamiento del pueblo con el Derecho de Asonada que se ejerce desde el castillo, ya que mientras las primeras son públicas, la asistencia es libre y gratuita y son sufragadas con el dinero de todos, lo segundo, las bodas castilleras limitan y prohíben la asistencia a todo aquel que no esté invitado, pagan los novios o en su defecto los padres de los novios y su carácter ostenta la consideración de celebración privada.

En definitiva este nuevo derecho de Asonada goza de total impunidad y como tal derecho, -adquirido a resultas de aplicar contundentemente la ley del más fuerte, como en la Edad Media-, se ejerce en menoscabo de los derechos individuales, que, sumandos, se convierten en el derecho de todo el pueblo de Almodóvar del Río a dormir a pierna suelta sin que se le haga botar en la cama cuando los invitados gritan sorpresiva y repetidamente al son de los compases de Paquito el Chocolatero.

Ya lo decia el poeta:

Que las noches del verano
no las joden los mosquitos
son las bodas de zutano
de una prima o un hermano
y el padrino con sus gritos

¡ Que vivan los novios!, clama
¡Que se besen! Que la bese!
mientras los cucos en la cama
como el pájaro en su rama
miramos como amanece