sábado, 23 de julio de 2011

Enlace a una página muy familiar



Os sugiero una visita al enlace de esta gran pintora con la que mantengo una estrecha relación, ya que se trata, ni mas ni menos, que de mi hija Lola.

Espero que disfrutéis de su trabajo tanto como yo.




miércoles, 13 de julio de 2011

... con el latido del mar en la garganta.





España que perdimos, no nos pierdas;

guárdanos en tu frente derrumbada,
conserva a tu costado el hueco vivo
de nuestra ausencia amarga…


El 18 de Julio de 1936, un golpe de estado contra el gobierno de la República española provocó una sangrienta guerra civil .Durante tres años, los españoles mantuvimos una lucha fratricida que se inclinó a favor de las tropas del general Franco.

Una gran masa de españoles cruzó la frontera francesa, huyendo de la represión de las fuerzas  del "bando nacional". A medida que descendían por los Pirineos eran confinadas en grandes campos de refugiados en los que imperaban   para unos seres ya depauperados, unas condiciones indignas e infrahumanas





A medida que el ejército franquista conquistaba pueblos y ciudades, parte de sus ciudadanos abandonaban todo lo que tenían para emprender un largo peregrinaje en su unas condiciones indignantes e infrahumanasqueda de zonas republicanas sin conquistar. Conforme la guerra se prolongaba, la zona afecta a la República, fue confinándose en el norte y noreste de la península, adonde llegaban diariamente grandes masas de desterrados.

En Enero de 1939 la frontera francesa se convirtió en la única vía de escape para los cientos de miles de españoles que se agolparon ante la muralla pirenaica esperando que Francia abriese las grandes puertas de su salvación. Entre ellos decenas de miles de andaluces; miles de cordobeses y decenas de almodovenses.

No terminaba el sufrimiento al otro lado de la frontera. Las autoridades francesas se encargaron de apuntillar a los españoles que, fieles a la República, temían por su vida en la tierra que los vio nacer. Recluidos, como ya he comentado, en grandes campos de refugiados, -situados en las playas de la Francia meridional-, esperaban a que otros decidieran por ellos. Nada podían. Solo esperaban sentados en la arena mientras se ocultaba el sol un día tras otro tras el horizonte marino.
“Escuchemos” lo que nos cuenta un exiliado del campo de Argéles-sur-Mer:

“En cuanto a las condiciones del campo, pues era el campo libre. Era playa, playa húmeda. Con los Pirineos orientales a un lado. Mes de febrero, fríos, con esos vientos cortantes...Entonces, el dormir allí...pues...era una proeza. Una proeza que nos llenó de piojos porque como nos juntábamos unos a otros para prestarnos calor...pues entonces eso criaba piojos y teníamos piojos. Y además teníamos que hacer nuestras deposiciones en la misma orilla de la playa, y se les ocurrió a los franceses en lugar de aljibes, en aquellos días, poner unas bombas que extraían y depuraban, teóricamente, el agua del mar. Y lo que extraían eran nuestros propios detritus y claro, la cantidad de gente que murió de disentería fue enorme... “.

No se comportaron de la misma manera nuestros hermanos mexicanos que acogieron, con los brazos abiertos, a miles de refugiados en territorio francés, convirtiéndolos en asilados políticos y facilitándoles la integración en una sociedad con la que compartían un mismo idioma y cinco siglos de historia.

Ya desde la proclamación de la República, el gobierno mexicano, presidido por Lázaro Cárdenas, le mostró su simpatía y una vez desencadenada la guerra civil, le suministró material bélico y humanitario. Por invitación directa del presidente mexicano, un grupo de 500 niños y niñas huérfanos o hijos de combatientes republicanos, conocidos como los “niños de Morelia” embarcaron en el vapor “Mexique”, de bandera francesa, y cruzaron el Atlántico para atracar en el puerto mexicano de Veracruz.

Lázaro Cárdenas defendió en los foros internacionales la legalidad de la Republica y fue tan grande el compromiso con ella que puso en serio peligro a sus barcos mercantes, convirtiéndolos en el objetivo preferente de los submarinos alemanes e italianos.

Asimismo, Lázaro Cárdenas organizó, - junto con el Servicio de Evacuación de Republicanos Españoles (SERE), creado en Febrero de 1939 por el gobierno republicano en el exilio,- la acogida de miles de refugiados españoles, que fueron embarcando en los vapores transatlánticos fletados para ese fin. Fue el “Sinaia” el primero de estos barcos,- que cargado con 1599 refugiados,- atracó en el puerto de Veracruz el 13 de Junio de 1939 procedente del puerto francés de Séte, del que partió el 25 de Mayo del mismo año. Al “Sinaia” le siguió el “Ipanema”, -que levó anclas del puerto Burdeos y atracó,- el 7 de Julio de 1939, a las cinco menos diez de la tarde,- en el muelle norte del puerto veracruzano.

De este buque, del Ipanema, bajaron Rafael y Rafaela cogidos de la mano y mirando, con cara de asombro, a la multitud de mexicanos que les daban la bienvenida desde el muelle.

Cuanto dejaron atrás Rafael Baena Alba y Rafaela Baena Morales al poner el pie en este nuevo mundo que les acogía con los brazos abiertos. Llevaban entre sus brazos al pequeño Miguel, nacido durante el largo peregrinaje desde su tierra natal, Almodóvar del Río. Tenia Rafael Baena Alba , 21 años cuando piso tierra mexicana en el muelle de Veracruz. Le acompañaba su esposa Rafaela Baena Morales, de 19 años. El era jornalero. Ella ama de casa. Ambos exiliados españoles.

De tierra francesa partieron con la esperanza de empezar una nueva vida en un mundo nuevo repleto de oportunidades y donde reinaba la paz. Nada más llegar a Veracruz fueron filiados por las autoridades mexicanas. Estas son sus fichas y estos son sus rostros:





Fueron admitidos como asilados políticos en México y allí formaron una familia como tantos otros miles de asilados españoles. Miguel, su pequeño hijo debe tener, si aun continua entre nosotros alrededor de 72 años. Sus padres Rafael y Rafaela, 94 y 91 años respectivamente.

El 22 de Enero 1942 hay constatación de la residencia del matrimonio en la calle Carmona y Valle, nº 57 de la capital mexicana ( México D.F.)
Quizás hallan fallecido hace tiempo. Desconozco si volvieron de “tierra extraña” para contemplar de nuevo el Guadalquivir desde el cerro del castillo o adivinar con la mirada derramada sobre el caserio de Almodovar del Río la casa donde nacieron. Me gustaría que algún familiar contactara conmigo para poder narrar la historia de un exilio. De un destierro. Del desarraigo.


que un día volveremos, más veloces

sobre la densa y poderosa espalda
de este mar, con los brazos ondeantes

y el latido del mar en la garganta

(Poema de Pedro Gárfia)