lunes, 18 de febrero de 2008

Réquiem In Pace





La sombra de los cipreses del cementerio ya no es alargada. Tampoco creen en Dios, estos árboles que han comprobado, -en sus propias “carnes”,- cómo la inmisericorde mano del ser que creó a su imagen y semejanza, se ha cebado con ellos, desvistiéndoles del perenne follaje de cintura para abajo. La sierra ha acabado con ellos: podando ramas, abriéndoles heridas incurables y desfigurando su estilizado porte.¿ Quién ha sido el autor de semejante locura?¿ Quién ha sido el ignorante que ha autorizado la poda de una especie arborícola que no se poda; que nunca se ha podado?. Solo en nuestro pueblo, y gracias a la ignorancia supina se ve semejante desvarío. ¿ Es que antes de cometer tan irreparable atentando no podrían haber tomado el sabio consejo de los expertos, o, en su defecto, de gente con un poco de sentido común?. Estos cipreses centenarios, que han visto pasar generaciones de cucos, con los pies por delante, debajo de su copa han sido desnudados y pelados por los hijos de aquellos que cruzaron las puertas del camposanto para no volver . El que ordenó la poda, ya puede descansar en paz por los siglos de los siglos. Amén

Oda a los cipreses desnudos

Cipreses del cementerio
Madera de buen laud
Lanzas de alargada sombra
Que ennegrece a la que nombra
Al que va en el ataud

Cipreses del cementerio
Mudos testigos del llanto
De amigos y familiares
Que moran por estos lares
Desnudez en el camposanto

Cipreses del cementerio
Que el aire hace danzar
como baile de derviche
¿Quíen os ha dejado el tronco
como cola de caniche?

Cipreses del cementerio
Centinelas impasibles
de las puertas de la muerte
de retoños imposibles
no os acompaña la suerte

Cipreses del cementerio
Que brotais en santa tierra
Que daño nos habréis hecho
Para podaros un trecho
Con la santa motosierra